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Chicos: Lean esta nota en el blog del Departamento de Informática TP final disponible en este link Lean esta nota: Alexis Garbarz - La Pasión por el Networking . Alexis es egresado de ORT Guille

Saturday, May 31, 2008

Semana 6 (Por yHx)



En Brasil existen una especie de escarabajos que disponen de un tipo de material que podría revolucionar la informática tal y como la conocemos, permitiendo al fin fabricar chips tridmensionales y acercarnos a las ventajas de la computación óptica, 30.000 veces más potente que la actual.

La tecnología óptica ha sido utilizada para transmisiones ultrarápidas de datos, y su aplicación a la fabricación de componentes ha sido “el santo grial” de muchos desarrollos científicos que trataban de hallar solución al problema. El diamante había sido uno de los elementos considerados para fabricar este tipo de chips ya que disponía de la estructura adecuada, pero se trata de un material demasiado denso (y caro, obviamente) como para resultar práctico.
Sin embargo, una reciente investigación ha revelado que la solución podría encontrarse en el interior de un escarabajo (Lamprocyphus augustus) que se puede encontrar en Brasil y que dispone de una materia que supera las propiedades del diamante en este tipo de investigaciones: la composición de esa materia es la misma que los átomos de carbono del diamante, lo que la hace un semiconductor perfecto para construir el cristal fotónico definitivo.

Este avance podría abrir la puesta al fin a la computación óptica en la que los chips 3D estarían a la orden del día. Mientras que las tecnologías de integración actuales de 45 nm hacen posible producir procesasdores con unos 800 millones de transistores siguiendo un concepto 3D, esta filosofía lograría que en un procesador existiesen 22 billones de transistores. Con B de burrada. Eso supondría contar con soluciones del orden de 30.000 veces más potentes que las actuales.

Y todo gracias a un bicho. La naturaleza es sorprendente.



Elegí este porque me llamó la atención el hecho que pueda cambiarse el mundo de la computación gracias a este descubrimiento




Usando sólo los impulsos eléctricos de sus cerebros, dos monos han logrado dirigir un brazo biónico para sacar un malvavisco de un pincho y llevárselo a la boca. "Están usando una prótesis motorizada para alcanzar, agarrar y acercarse comida a la cara", dijo Andrew Schwartz, de la Universidad de Pittsburgh, cuyo estudio aparece en el último número de la revista Nature.

Schwartz afirma que la tecnología detrás de esta proeza puede llevar hacia la creación de extremidades controladas por el cerebro para personas con lesiones en la médula espinal o que sufran enfermedades que hagan esas tareas imposibles. Hasta ahora, esta interacción entre el cerebro y una máquina ha sido utilizada para controlar el movimiento de un cursor en la pantalla de un ordenador. Schwartz y sus colegas quieren aplicar esta tecnología a los quehaceres del mundo real.

Los monos guían el brazo de la misma forma que mueven sus extremidades, a través de impulsos nerviosos. El equipo de Schwartz recogió las señales a través de un electrodo del tamaño de media tachuela, que había sido implantado en el cerebro del mono. Esos impulsos eléctricos fueron amplificados y transmitidos a un ordenador que opera el brazo electrónico.

Schwartz dijo que su equipo ha aprendido que ciertas neuronas involucradas con la función motora envían los mensajes rápidamente cuando el mono quería moverse en cierta dirección. "Lo que es importante es que cada neurona parece tener una dirección preferida", aseguró el investigador en un entrevista telefónica.

Schwartz afirma que a un mono le lleva tres días aprender a operar el brazo y que después continúa mejorando. Hasta ahora el equipo ha entrenado a dos monos que son sentados en una silla y atados para que utilicen la prótesis para alimentarse.

La meta final es lograr desarrollar un prótesis controlada por el cerebro que pueda restablecer las funciones naturales de una persona amputada o que tenga problemas en la médula espinal, que es la conductora de los movimientos motores voluntarios. Sin embargo, antes, desean refinar el sistema para que éste incorpore la motricidad fina de los dedos.

Elegí este porque es un gran invento que podría ayudar a personas, como dice arriba, que tengan extremidades amputadas, atrofiadas o que tengan problemas en la médula espinal.




Es una crónica judicial que parece sacada de un libro de ciencia ficción. Un juez de Hawai, el 50º Estado de los Estados Unidos de América, tendrá que decidir si detiene los trabajos de un laboratorio europeo, el Large Hadron Collider (LHC) de Ginebra, cuya construcción costó más de 5.000 millones de euros y que trabaja sobre uno de los proyectos de física cuántica más ambiciosos del mundo. ¿La razón? Podría acabar con la humanidad, el planeta Tierra y parte del universo.

Dos científicos, el estadounidense Walter Wagner y el español Luis Sancho, han denunciado al Centro Europeo de Investigaciones Nucleares (CERN), que gestiona el LHC, al Gobierno de Estados Unidos, que aporta financiación, y a dos instituciones más que lo apoyan.

Su teoría expone dos riesgos fundamentales: cuando el LHC entre en funcionamiento -se prevé que en mayo de 2008-, podría crear un agujero negro que literalmente se tragara al planeta y podría originar una "materia extraña" que convertiría la tierra en una estrella de neutrones sin vida tal y como la conocemos. Según Wagner y Sancho, la combinación de ambos peligros genera una probabilidad del 75% de que el LHC acabe con la Tierra. O, cómo explicó Sancho a la justicia estadounidense, "el CERN quiere que juguemos a la ruleta rusa con dos balas".

Es importante precisar que las posturas de Sancho y Wagner son muy minoritarias entre la comunidad científica. El físico Juan José Gómez Cadenas afirma por ejemplo que la hipótesis de ambos científicos tiene una probabilidad "menor que la de que un meteorito termine con nuestra especie". Una de las razones de este rechazo es que la tesis carece de formalización matemática, un cálculo básico que respalde su razonamiento.

Y éste último, que en lo personal me parece que estos científicos vieron muchas películas de ficción (ya que el artefacto lleva más de 20 años de estudio y construcción), lo elegí porque además de que el descomunal artefacto (que con unos 27 km de diámetro es la máquina más grande jamás creada) podría cambiar la concepción del universo que tengamos, me hizo acordar a un libro que leí y me encantó; "Ángeles y Demonios", de Dan Brown




Nos vemos

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